Azerbaiyán - Abril 2023

Tres años después de que tuviéramos que cancelar el viaje a Azerbaiyán por la pandemia, por fin hemos podido retomarlo esta Semana Santa.

El pequeño país del Cáucaso es quizás el lugar donde más contrastes hemos percibido. Como podéis ver en las fotos de abajo, la electrizante capital Baku está a años luz del resto del país, más rural y mucho menos desarrollado. Tan solo hay que hablar con algunos locales para darse cuenta de que muy pocos petrodólares se invierten en sanidad, educación o infraestructuras. Es indignante que haya no pocos pueblos con carreteras en un estado lamentable mientras que en las calles de la capital se celebrará este mes una carrera de Fórmula 1.

En Baku los contrastes también se perciben a la vuelta de cada esquina: edificios futuristas convienen con minaretes antiguos y con enormes bloques de viviendas de época soviética. La mayor parte de la población es musulmana pero muy poco o nada religiosa. De hecho se consume alcohol, muy pocas mujeres llevan niqab y casi nadie celebra el Ramadán. Es también curioso ver pasear de la mano a dos chicas lesbianas siendo la sociedad azerbayana bastante conservadora y muy machista. Los contrastes no se quedan ahí, sino que se agudizan aún más cuando uno pasea y ve multitud de tiendas de lujo sin apenas clientes que comparten espacio con puestos de souvenirs bastante hortera. Estos contrastes y cierta mezcla turca, europea y rusa hacen de la capital azarí un lugar fascinante. Un momento estás en Europa y tan solo cruzando una calle de repente te encuentras en Asia. Caos y orden, belleza y mal gusto, todo cabe en Baku.

Tras varios días en la capital, decidimos visitar las impresionantes montañas azerbayanas desde dos enclaves privilegiados: Xinaliq y Laza. El primero es el asentamiento humano ocupado de forma continua más antiguo del mundo. Desde hace cinco mil años ha habido gente viviendo en Xinaliq. Gente como Azur y su encantadora familia, con los que pasamos grandes momentos en su humilde casa de huéspedes. Muy gracioso comunicarse a través de Google translator porque nosotros de azerbayano nada, y el inglés de ellos no pasaban de "no problem" y "super". Laza es otro pueblo con un paisaje de ensueño rodeado de picos nevados. Allí nos alojamos en la casa de huéspedes de Misha y compartimos comidas y buenos momentos con él y con su mujer. La pobre, de cuarenta y siete años y abuela, sufre de una terrible soledad como casi todas las mujeres que viven en las montañas. En ella la tristeza era aún más evidente porque había perdido a una hija hacía poco debido a una fuga de gas. Y no es la única, la mujer de Zaur también perdió a dos hijos por ser hemofílica. Uno tiene la sensación de que con más inversión pública quizás estas muertes se podrían haber evitado. A diferencia de los hombres, las mujeres en las montañas también comparten una desmesurada servidumbre y el confinamiento de por vida en el hogar. 

Tras Xinaliq y Laza, el viaje finaliza en Baku entre tés y baklavas. Nos despedimos de esta esta zona del Cáucaso hasta el próximo destino. Debajo os dejo algunas fotillos.

   Petrodólares 

   Cada uno presume de lo que tiene
   Presidente y esposa vicepresidenta 
   Las Flame Towers en Baku


   El centro Heydar Aliyev






   Baku, capital de contrastes
   En la Baku antigua


    Nam ñam

    Gas+chispa=fuego eterno
    De camino a Xinaliq
    Xinaliq y sus montañas










    Con Zaur y familia 
    Bien "escoltada" en Laza
    Día de niebla extrema

   Montañas en Laza




    Águila real

    Y subió la cuesta
   Las montañas "Candycane"



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