WORLD TOUR - Fin de trayecto, resumen y conclusiones

Lamentablemente, nuestro año sabático ha llegado a su fin y hoy toca hacer balance:

La idea de dar la vuelta al mundo en un año llevaba rondándome en la cabeza durante mucho tiempo. De hecho, creo que fue a los veintitantos, cuando tras varios viajes siempre acabas hablando con algún australiano que te cuenta que está viajando durante todo un año y tú te mueres de envidia al escucharle.
El desafío realmente comenzó hace cinco años, cuando tomamos la decisión de solicitar “el año sabático”. Era una decisión arriesgada, no porque fuéramos a cobrar menos durante cuatro años, sino porque muchas son las circunstancias que podían ocurrir durante un intervalo de tiempo tan largo y que pueden dar al traste con todo proyecto. Además, aunque uno tiene en mente un posible itinerario y se ilusiona imaginando los lugares a visitar, también es cierto que hay momentos en los que me preguntaba si seríamos capaces de viajar durante todo un año. También debo añadir que la preparación de este viaje no ha sido como la de cualquier otro. Me ha llevado cientos de horas de intenso trabajo resolver multitud de cuestiones; algunas tan obvias como dónde ir, cuándo, y otras no tan obvias como qué hacer con el dinero o qué equipaje llevar. Así es como los meses se convertían en semanas, las semanas en días, y los nervios empezaban a instalarse muy adentro. Ilusión y nervios alternándose mientras empaquetábamos toda una casa para hacer frente a uno de nuestros mayores desafíos hasta la fecha.

Así pues, hace doce meses salíamos de Madrid hacia Oslo. El resto hasta el día de hoy lo podría resumir como una de las mejores experiencias de toda mi vida y de las que más he aprendido. Además, poder realizarla con tu pareja hace que la satisfacción sea incluso más mayor.

De los veintisiete países visitados, los que más nos han entusiasmado por muy distintos motivos han sido Tonga, Vanuatu y Corea del Norte. Quizás sean los países más “auténticos” en los que hemos estado hasta la fecha. Sin embargo, aunque todo ha ido sorprendentemente bien y casi en ningún momento nos hemos sentido agotados o con ganas de volver, el terremoto de Nepal ha sido definitivamente el peor momento del viaje. Una vez pasado los meses, empiezo a tomar conciencia de lo ocurrido y muchas son las cosas que se me vienen a la cabeza: la preocupación de nuestras familias, la falta de rigor de la mayoría medios de comunicación… la catástrofe de Nepal.

En fin, tras todo un año viajando, uno tiene tiempo para reflexionar sobre muchas cosas, aunque yo destacaría una: como el mundo y mi idea del “viaje” van cambiando con los años. A uno le queda la sensación de que cada vez son menos las diferencias entre países, e incluso entre continentes. Esta homogenización devora cada año a más y más culturas, por lo que hay países a los que creo nunca volveré. No porque no me gustaran, sino porque han sido absorbidos por la mal llamada globalización (me gusta más “occidentalización”) y ya poco o nada tienen que ver con lo visto o vivido allí. No quiero volver a Myanmar, Camboya ni Indonesia, tres países que disfruté muchísimo pero que ahora me decepcionarían. A esto habría que añadir una larga lista de países que no creo que pueda visitar en mucho tiempo debido a sus numerosos conflictos bélicos: Irak, Libia, Afganistán y sobre todo Yemen son solo unos ejemplos.
Además de todo esto, hay una tendencia global a la “parque-tematización” de lugares espectaculares que hace que pierdan todo su encanto. De hecho, hemos visitado ciudades o templos preciosos arruinados por la proliferación de tiendas y restaurantes. A esto hay que añadirle el agravante de los millones de ciudadanos chinos que viajan todos los meses del año, en especial al sudeste asiático. Es la misma sensación con los madrileños en España durante un puente: llenan cada hueco de la península. Con China pasa lo mismo pero a nivel planetario.

Igualmente, se está produciendo una destrucción del paisaje, flora y fauna en tantos países que uno duda de que en pocas décadas se pueda conservar la mitad de las especies que aún hoy en día podemos apreciar. Desafortunadamente, ejemplos los hay a raudales: la explotación minera en la Gran Barrera de coral en Australia, el maltrato al tiburón ballena en Filipinas, la escandalosa construcción de presas en Turquía, etc.
También me ha llamado la atención la insostenibilidad de las grandes ciudades asiáticas como Kuala Lumpur, Seúl o Shanghái y como estas están creciendo hacia abajo; es decir, uno pasea la mayor parte del tiempo debajo de edificios intercomunicados e iluminados por luz eléctrica y llenos de tiendas.

Todo esto hace que uno se plantee la idea del “viaje” y se enfrente a la disyuntiva entre ver y disfrutar. Es decir, ¿hasta qué punto es disfrutable ir a ver un lugar impresionante pero atestado de gente y poco cuidado? ¿Merece la pena viajar a lugares exóticos pero en los que la gente solo está interesada en tu dinero? Hace unos años mi respuesta habría dicho un rotundo “sí”. Ahora es un más que probable “no”. Por suerte, no todo está perdido y aún quedan lugares diferentes y muy disfrutables como Tonga, Vanuatu, Corea del Norte o los parques naturales de USA.
Por último y a modo de resumen, os dejo algunas fotografías de cada país.

BARAJAS, DÍA 1
    NORUEGA
    ESTADOS UNIDOS
    TONGA
    FIJI
    VANUATU
    NUEVA ZELANDA
    AUSTRALIA
    FILIPINAS
    COREA DEL SUR
    CHINA
    COREA DEL NORTE
    MALASIA
    NEPAL
    KENIA
    UGANDA
    TANZANIA
    TURQUÍA
    BOSNIA
    MONTENEGRO
    KOSOVO
    SERBIA
    CROACIA
    BARAJAS, DÍA 365
 

Comentarios

Juan ha dicho que…
Impresionante el viaje y las fotografías. Una experiencia vital del más alto nivel. Gracias por compartirlo.

Entradas populares