WORLD TOUR - Nepal y el terremoto - Abril 2015
Hola a todos/as. Lamentablemente tengo que hacer esta
entrada antes de lo que querría por motivos de sobra conocidos. Un terremoto de
7.9 ha truncado nuestro viaje en Nepal, y lo que es peor, ha desolado la mayor
parte del país destruyendo no solo gran parte de su patrimonio histórico, sino
también quitando la vida a miles de personas y dejando sin hogar a otros
cientos de miles de nepalíes. Por este motivo, voy a dividir la entrada en dos
partes, una anterior y otra posterior al terremoto:
Decidimos establecer nuestra base en Patán, ciudad patrimonio de la humanidad a siete kilómetros de la caótica y altamente contaminada Katmandú. Lo más conocido de Patán es su plaza Durbar, para nosotros la plaza más bonita del mundo. No solamente tiene templos espectaculares y una atmósfera mágica, sino que todavía tiene la función de plaza: los nepalíes se reúnen a pasear y charlar, las parejas buscan rincones oscuros y hasta se sigue vendiendo telas y cachivaches. Otra de los atractivos con los que cuenta Patán es poder ver como realizan su trabajo multitud de artesanos de forma muy similar a como lo hacían hace cientos de años: bordadores, carpinteros, aguadores, sastres, etc. son sólo algunos de los oficios que se pueden presenciar. Por todos estos motivos y por ser menos turística que su vecina Katmandú, Patán se convirtió en nuestra ciudad favorita de Nepal.
Otra de las cosas que nos fascinó de las ciudades del valle de Katmandú fue estar durante el festival Rato Machhendranath. Este consiste en construir un carro con una altísima estupa hecha con cuerdas, para después trasladarlo durante todo un mes desde una ciudad hasta otra. Nosotros fuimos testigos de todo este ritual en la ciudad de Bungamati, en la que cientos de personas se turnan para tirar de las cuerdas y mover el carro unos pocos metros. La excitación que se vive durante este festival es apabullante, mientras la gente baila, canta y se divierte. Otra de las cosas que nos llamó la atención durante la festividad fue poder ver a una Khumari, o diosa viviente. Se trata de una niña que es elegida tras ciertas señales que presenta, y que ejerce la función de diosa hasta que tiene la regla. A partir de ese momento, deja de ser Khumari y pasa a ser muy posiblemente una mujer soltera, algo terrible para las mujeres en la cultura Newari del valle de Katmandú.
Bhaktapur es la última ciudad del valle que visitamos. Más turísticas que las dos anteriores, Bhaktapur es quizás la ciudad antigua mejor conservada y con los templos más impresionantes. Pasear por sus calles es como caminar por una ciudad medieval en la que sus habitantes siguen realizando las mismas actividades que hace cientos de años.
Varias fotos de la plaza Durbar en patán

Convivencia entre budismo e hinduismo
Templo budista en Patán
Puerta en Patán
Atardecer
Varias fotos de habitantes de Patán
Ceremonia equivalente a la primera comunión
Festival Rato Machhendranath
Festival Rato Machhendranath en Bungamati
Khumari, o diosa viviente
Estupa de más de 25 metros
Aguador
Bhaktapur
Todo cambió el sábado 25 de abril de 2015, cuando en torno a las once y media de la mañana la tierra tembló con el peor terremoto en los últimos ochenta y tres años. Nuestro taxi estaba entrando al patio del hotel para aparcar cuando de repente miro por la ventana y observo como el suelo se agrieta. Seguidamente el vehículo comenzó a girar y el conductor salió de él gritando “terremoto”. Intento abrir las puertas traseras para salir pero se encontraban bloqueadas. Saltamos al asiento delantero y nos las arreglamos para salir y refugiarnos debajo de un seto en el patio del hotel. El minuto que duró el terremoto nos pareció eterno mientras sentíamos las ondas a modo de olas debajo de nuestros pies, y cientos de palomas huían despavoridas entre el polvo que empezaba a levantarse por lo edificios derrumbados. Cuando la tierra parecía darnos un respiro, una nueva réplica en torno a 7 nos volvía a dejar paralizados. La responsable del hotel, una joven de dieciocho años, nos conduce rápidamente a un parque cercano, y entre réplica y réplica, pasamos la noche junto a cientos de nepalíes. Gracias a los trabajadores del hotel, pudimos comer algo y descansar en colchonetas y aislantes. Sólo empezamos a ser conscientes de la catástrofe al día siguiente, cuando vemos las fotografías de un periódico local y decidimos pasear por los alrededores a pesar de las réplicas. Afortunadamente no vimos ninguna víctima y los pocos heridos que observamos parecían encontrarse bien y eran atendidos por un servicio bastante eficiente de voluntarios locales (una especie de protección civil de barrio). Tras ponernos en contacto con nuestras familias y tranquilizarlas, el guía con el que teníamos que hacer una ruta de once días por el Anapurna nos lleva a otro lugar seguro junto a la familia de su primo hermano. Tras otra réplica bastante fuerte, pasamos de nuevo la noche al raso en una plaza junto a la familia antes citada. Allí, los nepalíes cuidan de nosotros y nos proveen no sólo de comida y agua, sino también de una tienda de campaña para tener cierta privacidad. No se puede expresar con palabras nuestro agradecimiento a los nepalíes por cuidarnos, aun sabiendo que algunos habían perdido sus hogares y muy posiblemente algún familiar. Nuestra intención es continuar en Nepal, aunque después de mensajes algo confusos de la embajada a través de nuestras familias decidimos buscar el punto de encuentro de españoles cerca del aeropuerto, en las oficinas de una constructora española. No sin dificultades, llegamos a dichas oficinas y se empieza a planificar la evacuación de todos los españoles que vamos llegando a cuentagotas. Mientras la cónsul de la India organiza la evacuación, el resto nos repartimos las tareas para intentar hacer la estancia lo más agradable posible. Tras alguna réplica y el después del arduo trabajo de la joven cónsul, logramos volar a Nueva Delhi, capital de la India. Conseguir alojamiento y un vuelo a España no ha sido fácil, puesto que la embajada sólo se comprometía a sacar a los españoles y dejarnos en Delhi. Tras mucho “pelear” finalmente conseguimos nuestro objetivo. Es cuando volvemos a tener internet el momento en el que somos conscientes del circo mediático en torno a Marta y a mí en Murcia. Nos sentimos indignados por las medias verdades, mentiras, la difusión de fotografías sin nuestro permiso o el de nuestros familiares, datos personales y un largo etc. La cobertura de RTVE, y sobre todo de La Verdad, ha sido lamentable e indigna de llamarse periodismo. Por el contrario, La Opinión o Canal 7 han sido respetuosos y ha contado los hechos. Al principio no queríamos hacer ninguna declaración, pero tras el sensacionalismo barato de El Mundo y la ficción dramatizaba de La Verdad, decidimos contar en algún medio los hechos. Lo podríamos resumir de esta manera: el terremoto ha sido una anécdota en nuestro viaje. Hemos sido unos privilegiados porque el pueblo nepalí nos ha cuidado en todo momento. Ellos deberían ser los protagonistas de todas las noticias. En cuanto a la evacuación, nuestro agradecimiento al gran trabajo realizado por los funcionarios/as de la embajada de España en Delhi y a los trabajadores de la constructora. Sin embargo también somos muy conscientes de que hemos tenido mucha suerte por dos motivos fundamentales: el primero es que el avión de Margallo se encontraba en la India en visita oficial, y el segundo es que tras tantos escándalos del PP y la cercanía de las elecciones, el gobierno necesita urgentemente ponerse una medalla. También sentimos un profundo malestar por las embajadas de la unión europea en general. ¿De qué sirve una embajada además de conseguir contratos para empresas privadas? Tras hablar con nacionales de Francia, Reino Unido y Noruega, sabemos que sus embajadas los han dejado abandonados a su suerte en Nepal. De hecho nuestra primera opción fue ir a la embajada francesa para pedir información y nos dijeron que ya tenían bastante con los ciudadanos de su país. Debo reconocer que la nuestra sí que evacuó a algunos ciudadanos no españoles.
Bueno, pasamos página y tras una escala en Madrid, en breve saldremos para Kenia. Un abrazo y gracias a todos/as por preocuparos y por vuestro apoyo.
Vídeo del terremoto en Patán grabado por el dueño de nuestro alojamiento
Sobran las palabras

Escala en Madrid mejor que en Dheli
Tras el susto, alegría en familia
Decidimos establecer nuestra base en Patán, ciudad patrimonio de la humanidad a siete kilómetros de la caótica y altamente contaminada Katmandú. Lo más conocido de Patán es su plaza Durbar, para nosotros la plaza más bonita del mundo. No solamente tiene templos espectaculares y una atmósfera mágica, sino que todavía tiene la función de plaza: los nepalíes se reúnen a pasear y charlar, las parejas buscan rincones oscuros y hasta se sigue vendiendo telas y cachivaches. Otra de los atractivos con los que cuenta Patán es poder ver como realizan su trabajo multitud de artesanos de forma muy similar a como lo hacían hace cientos de años: bordadores, carpinteros, aguadores, sastres, etc. son sólo algunos de los oficios que se pueden presenciar. Por todos estos motivos y por ser menos turística que su vecina Katmandú, Patán se convirtió en nuestra ciudad favorita de Nepal.
Otra de las cosas que nos fascinó de las ciudades del valle de Katmandú fue estar durante el festival Rato Machhendranath. Este consiste en construir un carro con una altísima estupa hecha con cuerdas, para después trasladarlo durante todo un mes desde una ciudad hasta otra. Nosotros fuimos testigos de todo este ritual en la ciudad de Bungamati, en la que cientos de personas se turnan para tirar de las cuerdas y mover el carro unos pocos metros. La excitación que se vive durante este festival es apabullante, mientras la gente baila, canta y se divierte. Otra de las cosas que nos llamó la atención durante la festividad fue poder ver a una Khumari, o diosa viviente. Se trata de una niña que es elegida tras ciertas señales que presenta, y que ejerce la función de diosa hasta que tiene la regla. A partir de ese momento, deja de ser Khumari y pasa a ser muy posiblemente una mujer soltera, algo terrible para las mujeres en la cultura Newari del valle de Katmandú.
Bhaktapur es la última ciudad del valle que visitamos. Más turísticas que las dos anteriores, Bhaktapur es quizás la ciudad antigua mejor conservada y con los templos más impresionantes. Pasear por sus calles es como caminar por una ciudad medieval en la que sus habitantes siguen realizando las mismas actividades que hace cientos de años.
Varias fotos de la plaza Durbar en patán
Convivencia entre budismo e hinduismo
Templo budista en Patán
Puerta en Patán
Atardecer
Varias fotos de habitantes de Patán
Ceremonia equivalente a la primera comunión
Festival Rato Machhendranath
Festival Rato Machhendranath en Bungamati
Khumari, o diosa viviente
Estupa de más de 25 metros
Aguador
Bhaktapur
Todo cambió el sábado 25 de abril de 2015, cuando en torno a las once y media de la mañana la tierra tembló con el peor terremoto en los últimos ochenta y tres años. Nuestro taxi estaba entrando al patio del hotel para aparcar cuando de repente miro por la ventana y observo como el suelo se agrieta. Seguidamente el vehículo comenzó a girar y el conductor salió de él gritando “terremoto”. Intento abrir las puertas traseras para salir pero se encontraban bloqueadas. Saltamos al asiento delantero y nos las arreglamos para salir y refugiarnos debajo de un seto en el patio del hotel. El minuto que duró el terremoto nos pareció eterno mientras sentíamos las ondas a modo de olas debajo de nuestros pies, y cientos de palomas huían despavoridas entre el polvo que empezaba a levantarse por lo edificios derrumbados. Cuando la tierra parecía darnos un respiro, una nueva réplica en torno a 7 nos volvía a dejar paralizados. La responsable del hotel, una joven de dieciocho años, nos conduce rápidamente a un parque cercano, y entre réplica y réplica, pasamos la noche junto a cientos de nepalíes. Gracias a los trabajadores del hotel, pudimos comer algo y descansar en colchonetas y aislantes. Sólo empezamos a ser conscientes de la catástrofe al día siguiente, cuando vemos las fotografías de un periódico local y decidimos pasear por los alrededores a pesar de las réplicas. Afortunadamente no vimos ninguna víctima y los pocos heridos que observamos parecían encontrarse bien y eran atendidos por un servicio bastante eficiente de voluntarios locales (una especie de protección civil de barrio). Tras ponernos en contacto con nuestras familias y tranquilizarlas, el guía con el que teníamos que hacer una ruta de once días por el Anapurna nos lleva a otro lugar seguro junto a la familia de su primo hermano. Tras otra réplica bastante fuerte, pasamos de nuevo la noche al raso en una plaza junto a la familia antes citada. Allí, los nepalíes cuidan de nosotros y nos proveen no sólo de comida y agua, sino también de una tienda de campaña para tener cierta privacidad. No se puede expresar con palabras nuestro agradecimiento a los nepalíes por cuidarnos, aun sabiendo que algunos habían perdido sus hogares y muy posiblemente algún familiar. Nuestra intención es continuar en Nepal, aunque después de mensajes algo confusos de la embajada a través de nuestras familias decidimos buscar el punto de encuentro de españoles cerca del aeropuerto, en las oficinas de una constructora española. No sin dificultades, llegamos a dichas oficinas y se empieza a planificar la evacuación de todos los españoles que vamos llegando a cuentagotas. Mientras la cónsul de la India organiza la evacuación, el resto nos repartimos las tareas para intentar hacer la estancia lo más agradable posible. Tras alguna réplica y el después del arduo trabajo de la joven cónsul, logramos volar a Nueva Delhi, capital de la India. Conseguir alojamiento y un vuelo a España no ha sido fácil, puesto que la embajada sólo se comprometía a sacar a los españoles y dejarnos en Delhi. Tras mucho “pelear” finalmente conseguimos nuestro objetivo. Es cuando volvemos a tener internet el momento en el que somos conscientes del circo mediático en torno a Marta y a mí en Murcia. Nos sentimos indignados por las medias verdades, mentiras, la difusión de fotografías sin nuestro permiso o el de nuestros familiares, datos personales y un largo etc. La cobertura de RTVE, y sobre todo de La Verdad, ha sido lamentable e indigna de llamarse periodismo. Por el contrario, La Opinión o Canal 7 han sido respetuosos y ha contado los hechos. Al principio no queríamos hacer ninguna declaración, pero tras el sensacionalismo barato de El Mundo y la ficción dramatizaba de La Verdad, decidimos contar en algún medio los hechos. Lo podríamos resumir de esta manera: el terremoto ha sido una anécdota en nuestro viaje. Hemos sido unos privilegiados porque el pueblo nepalí nos ha cuidado en todo momento. Ellos deberían ser los protagonistas de todas las noticias. En cuanto a la evacuación, nuestro agradecimiento al gran trabajo realizado por los funcionarios/as de la embajada de España en Delhi y a los trabajadores de la constructora. Sin embargo también somos muy conscientes de que hemos tenido mucha suerte por dos motivos fundamentales: el primero es que el avión de Margallo se encontraba en la India en visita oficial, y el segundo es que tras tantos escándalos del PP y la cercanía de las elecciones, el gobierno necesita urgentemente ponerse una medalla. También sentimos un profundo malestar por las embajadas de la unión europea en general. ¿De qué sirve una embajada además de conseguir contratos para empresas privadas? Tras hablar con nacionales de Francia, Reino Unido y Noruega, sabemos que sus embajadas los han dejado abandonados a su suerte en Nepal. De hecho nuestra primera opción fue ir a la embajada francesa para pedir información y nos dijeron que ya tenían bastante con los ciudadanos de su país. Debo reconocer que la nuestra sí que evacuó a algunos ciudadanos no españoles.
Bueno, pasamos página y tras una escala en Madrid, en breve saldremos para Kenia. Un abrazo y gracias a todos/as por preocuparos y por vuestro apoyo.
Vídeo del terremoto en Patán grabado por el dueño de nuestro alojamiento
Escala en Madrid mejor que en Dheli
Tras el susto, alegría en familia
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